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5 canciones negras

Cuadro

La guitarra sonaba de fondo y la vela se iba apagando.
¡Qué bien olía la cerilla recién encendida!
Mientras miraba su mano imaginaba lápiz el boli y lienzo el papel.
Dicen que Don Joaquín escribe autorretratos al portador. El quería rellenar cuadros enteros con sus palabras, y sus letras. Buscaba colores para cada amigo, sonrisas para cada boca bonita, y abrazos para los mejores hombros. Sumido en su espeso incienso se dejaba llevar por el ruido de las gotas cayendo sobre las hojas, y cruzando barrizales de letras encharcadas sentado en su humilde canoa de mimbre, viajaba a dos palmos del suelo, por encima de aquella realidad que a menudo le agrietaba la puntita de los dedos. Sus manos desnudas sujetaban ligeramente el timón, dejándolo a ratos vagar a su suerte.
En una esquina, el saco derramaba alegrías, besos y atenciones, bonitas letras y hermosas canciones. Allí estaban guardadas todas esas pequeñas cosas que él coleccionaba, con el único fin de poder entregarle a cada persona aquello que le faltaba.
Se había encontrado personas que sólo habían necesitado un hombro donde pararse a llorar, otras necesitaban un beso, una silla en el camino, una mirada fugaz. Hubo quien necesitó atenciones durante años enteros, y quienes pasaron ligeramente la mano sobre su saco.
Tenía tiempo para aquella chica, felicidad para aquella amiga, baldosas amarillas para aquel amigo que desvió el rumbo y señales de humo para todos aquellos que se quedaron atrás.

(260204)

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