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El banco de madera blanca

El banco de madera blanca Aquel banco de madera blanca debajo del sauce siempre había estado ahí, aferrado a su cabeza, para poder acudir a él siempre que fuera necesario.
Ese lugar que él nunca había visto así. Nunca se dio cuenta. En ese banco estaban grabados todos los pensamientos que por su mente habían pasado. Estaban escritas todas las conversaciones que había tenido estando solo. Ese banco era aquello a lo que él le hablaba, y siempre contestaba. Sus propias lágrimas habían regado la tierra donde ahora se alza ese inmenso sauce, llorón, dejando caer sus frondosas lágrimas de color verde sobre la madera blanca de ese banco.
Comenzó a observar las pisadas que sobre el césped se marcaban. Eran las suyas. Se dio cuenta que habían sido sus pies descalzos los que habían paseado tantas veces sobre el mojado césped de aquel lugar que llevaba al banco de madera blanca. Se descalzó, y hendió el pie entre aquella fresca caricia de los tallos, sobre la tierra mojada, inundando de ese olor toda la piel de su cuerpo.
Subió hasta el sauce, y una vez bajo sus lágrimas, vio grabados en su tronco todos los nombres de aquellas personas que nunca podrá olvidar. De esos amigos de la escuela, de esas amigas fugaces, de esas personas que le enseñaron algo que el creyó importante, de aquellas personas con las que compartió sus vidas, de todas esas personas a las que ayudó, en algún momento de sus vidas. Todos esos nombres seguían grabados por y para siempre sobre la madera de su árbol. Entonces dos intensas lágrimas cayeron, de nuevo, sobre sus raíces. Y al sauce le creció una flor.
Se sentó en la fría madera del blanco banco. Y dejó que todos sus recuerdos volvieran a aparecer frente a el.
Y se los volvió a guardar.
Decidió que, a pesar de momentos bajos, tenía que seguir escribiendo conversaciones, grabando pensamientos, tenía que seguir regando ese maravilloso sauce, llorón, con sus mejores lágrimas. Tenía que seguir grabando nombres en la madera de su propio tronco.

Con cariño. Con mucho cariño.
Para mi banco de madera blanca, y mi sauce, llorón.

(260703)

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